martes, noviembre 07, 2006

TRATAMIENTO DE LOS DOCUMENTOS AUDIOVISUALES.

Así, frente al tratamiento individualizado e independiente de que es objeto cada documento en una biblioteca y, por tanto, en una filmoteca o videoteca, en el archivo los documentos audiovisuales deben ser objeto de un tratamiento contextualizado, donde cada pieza no se puede tomar aislada e independientemente sino en el marco integral de todo el fondo al que pertenece, sin menoscabo para que pueda ser descrita de forma particularizada. En el primer caso, el documento tiene absoluta personalidad, independientemente de los demás que le rodean, con la única ligazón de la pertenencia a una misma colección; se trata esencialmente, de documentos de creación musical, cinematográfica, fotográfica…En fin, han sido producidos con vocación de divulgación. En el segundo caso, no existe esa voluntad divulgadora generalizada, el documento surge de forma natural, fruto de la actividad cotidiana de su creador. Con el fin de ejemplificar lo que se quiere decir, citaremos como documento audiovisual de archivo las cintas magnetofónicas que registran sonoramente las deliberaciones de un pleno municipal. Ese conjunto de cintas que registran tales debates se deben tratar en el contexto de la producción documental de los órganos del Ayuntamiento en cuestión, vinculadas como una serie más, a las restantes producidas por el Ayuntamiento Pleno. Siguiendo con los ejemplos de las cintas de video que registran en una entidad bancaria la entrada la entrada y salida de personas en la misma, y que se generan por razones de seguridad con el ánimo de facilitar la identificación de hipotéticos delincuentes, son un caso típico de documentación audiovisual claramente archivística. Las comparecencias de procesados ante tribunales o los interrogatorios a detenidos en comisarías, se registran, cada vez más frecuentemente, en video o, al menos, en cinta magnetofónica: estaríamos ante un caso similar. En fin, en la medida que la legislación vaya avanzando en el reconocimiento al valor legal de estos documentos, no es hacer futurismo plantear la posibilidad de que declaraciones juradas, contratos u otros documentos de tipo jurídico se pueden presentar, de aquí a un plazo no muy lejano, en formato de documento audiovisual.

Siguiendo este razonamiento, al hacernos la pregunta de cuales son las tareas del archivero para con los documentos audiovisuales que han de ser objeto de su labor profesional, la respuesta debe ser inequívoca: las mismas que con el resto de los documentos a su cargo. Y que básicamente se concentraría en: organización, valoración, descripción, conservación y difusión.

· Tarea de Organización: Aplicación rigurosa del principio de procedencia, identificando fondo y serie a que pertenecen los documentos, lo que implica que no pueda o deba haber un almacenamiento específico de acuerdo a los soportes y una política de conservación específica de acuerdo con estos.

· Tarea de Valoración: planificación en el marco del sistema archivístico de los plazos de conservación: transferencia y posibilidad o necesidad de selección o expurgo, siempre en el contexto de la serie y el fondo al que pertenecen los documentos. La importancia de la selección la reflejan los dos estudios RAMP desarrollados al respecto: el de Sam Kula sobre selección de imágenes en movimiento y el de Hallen Harrison sobre selección de elementos sonoros.

· Tarea de Descripción: igualmente debe de ir ligada al conjunto de fondos y series, pero en los documentos audiovisuales habrá de ser más profunda, por cuanto en cada caso necesitaremos datos sobre la intermediación técnica que requerimos para su “lectura”, así como más detallada en algunas series por razones que veremos más adelante en relación a los potenciales usuarios de estos documentos.

· Tarea de Conservación: las características físicas de la mayoría de los soportes en que se asientan los documentos audiovisuales los hacen muy vulnerables en relación con su conservación a largo plazo. Continuando lo que parece una constante en la Historia de la Humanidad, cada nuevo soporte, salvo excepciones, tiende a ser más inestable que los anteriormente conocidos. La buena conservación de estos documentos es, por tanto, uno de los mayores retos a que nos enfrentamos los archiveros con relación al futuro inmediato. Es más, en muchos casos, debemos asumir como algo imposible la preservación indefinida de los soportes originales. Habremos de buscar las soluciones pertinentes para asentar en soportes alternativos, si los hay, la información que contengan; o bien deberemos “volcar” la información cada cierto tiempo, de acuerdo con nuestras previsiones de perdurabilidad, realizando, paralelamente, copias de seguridad en muchas ocasiones. Al hecho de que se trata de soportes de mala respuesta a las condiciones medioambientales convencionales para su conservación, hay que sumar el dato de que muchos de estos soportes (principalmente los magnéticos) son reutilizables, lo que implica la tentación, ante un coste elevado para su adquisición por parte de los productores, de eliminar los documentos con más facilidad que en el caso de la documentación en papel.

Obligación del archivero será conocer la trayectoria histórica, cada día más compleja, que han seguido los soportes utilizados, desde el descubrimiento de la fotografía hasta nuestros días, en la producción de documentos audiovisuales. La obtención de un catálogo, lo más completo posible, de todos estos soportes y las condiciones medioambientales óptimas de preservación para cada uno de ellos, es hoy día una tarea factible por cuanto la bibliografía especializada nos ofrece ya estudios abundantes sobre el tema, principalmente la producida por la Federación Internacional de Archivos Fílmicos, la Federación Internacional de Archivos de Televisión, la Asociación Internacional de Archivos Sonoros y el Comité de Archivos Audiovisuales del Consejo Internacional de Archivos. Por no hacer en este breve ensayo una prolija recopilación de todos los detalles en cuanto a medidas adecuadas de conservación, depósitos, unidades de conservación, parámetros recomendados en las condiciones medioambientales, etc.
Además del conocimiento de los diferentes soportes y su comportamiento, el archivero debe valorar los documentos audiovisuales desde el punto de vista de sus necesidades de intermediación en la “lectura”, que en definitiva, le indicarán el equipamiento técnico que se requiere para su consulta y reproducción.

El elevado coste en infraestructuras para la “lectura” y correcta conservación es lo que ha llevado en numerosos países a la concentración de documentos audiovisuales, independientemente de la caracterización de los mismo a los que aludía al principio, en centros especializados en la conservación de los mismos. Las ventajas económicas son evidentes, pero el gran inconveniente es el apuntado de la posible desvirtuación del documento. A este respecto, el material fílmico, especialmente delicado, es el que más frecuentemente ha sido objeto de concentración en grandes filmotecas o cinematecas. La traumática experiencia del nitrato, el paso al acetato y las dudosas perspectivas de éste para conservar convenientemente la imagen en movimiento en color y un nuevo planeamiento de copias masivas en soporte poliéster, nos hace dudar de la viabilidad para el tratamiento de los documentos de cinemateca o de archivo, sobre todo si la información que contienen estos últimos la podemos conservar en otro soporte menos delicado, demás fácil manejo y, lo que también es muy importante, de más sencillo acceso.

Nuestra legislación prevé que sea la Filmoteca Española la que garantice la preservación del material fílmico, obligando a los archivos públicos a depositar, al menos con una copia, los documentos fílmicos que fruto de las tareas de las administraciones públicas (siendo por tanto claramente documento de archivo) conserven éstos. En la práctica, los archivos públicos envían a la Filmoteca Española (en el ámbito de la administración central) los originales de los documentos en soporte fílmico, sobre todo si éste es anterior a la década de los cuarenta. En todo caso, se solicita de la propia Filmoteca que haga una copia en video.

Ahora bien, esta opción, muy recomendada por los especialistas, desde el punto de vista de la gestión económica del patrimonio documental, se debe hacer con rigor, quedando en todo caso, constancia en el archivo, mediante un testigo, de que el original se conserva en la institución especializada que sea, y siempre se obtendrá de la misma copia un soporte normalizado de fácil lectura, consulta y acceso en el archivo del que salió el original.

Hay que evitar, en resumen, identificar la existencia de centros especializados en la conservación de ciertos documentos audiovisuales con el hecho de desentenderse de los mismos en los archivos.

· Tarea de Difusión: la evolución particular del valor secundario de los documentos audiovisuales de archivos.

Los documentos audiovisuales tienen una riqueza informativa, generalmente muy superior a la de los documentos convencionales, comparamos la transcripción escrita de la sesión plenaria del Congreso de los Diputados español del 23 de febrero de 1981, el registro sonoro de esa sesión y la filmación con banda sonora de la misma. La superación en adición de elementos informativos es incuestionable.

Al ser más ricos informativamente, alcanzan antes el que llamamos valor secundario o histórico. La demanda por parte de los investigadores de acceso a estos documentos es, por tanto, cada día más abundante; la Historia contemporánea se aproxima cada vez más al presente, se habla incluso de una Historia del tiempo presente. Por todos estos valores que hemos analizado y por la trascendencia social del mensaje informativo audiovisual, cada vez la demanda de la investigación es mayor. Hay un investigador característico primer demandante: las cadenas de televisión, aunque también el investigador tradicional se abre cada vez más a estos documentos y se va familiarizando con ellos poco a poco, primero con el uso de las fotografías, luego con el uso del cine y, posteriormente, con ciertos documentos sonoros (fuentes orales principalmente) y, en fin, más recientemente, con la historia de la televisión.

A toda esta compleja demanda ha de ofertar respuestas el mundo de los archivos que conserven documentos audiovisuales. Ambos tipos de usuarios potenciales deben hacernos plantear una política concreta de difusión de nuestros documentos audiovisuales y, al tiempo, programar el equipamiento mínimo del que debemos dotar a nuestros servicios para dotar correctamente a unos y otros.

Por otra parte, la enorme potencialidad de estos documentos para ser explotados comercialmente por las cadenas de televisión o emisoras de radio, nos lleva a la necesidad de un documento riguroso sobre la legislación en torno a la Propiedad Intelectual y tienen unos derechos de explotación. Pues bien, cuando su uso no sea exclusivo para la investigación por razones científicas o históricas, como es lo tradicional en nuestros archivos, la reproducción de los documentos debe quedar contractualmente regulada. Teles contratos contemplarán la no vulneración de los derechos de terceros, cuando los haya, y la preservación de los mismos por el archivo cuando éste sea el titular. Además de han de fijar unas tarifas con los precios adecuados en estos casos de utilización comercial, siempre, claro está, que no se trate de documentos en el dominio público.

En todo caso, una adecuada política de difusión de los documentos audiovisuales existentes en los archivos requiere:

1) Esfuerzo Descriptivo: mientras que en los documentos convencionales podemos suplir información descriptiva con el “hojeo” del material, esa tarea no nos la podemos plantear con los documentos audiovisuales: será imposible con los registros sonoros y muy difícil, cuando no prácticamente imposible, con la imagen en movimiento. Por otra parte, la riqueza informativa es mayor y más difícil de resumir cuando describimos un documento audiovisual. Es necesaria, además , una pormenorizada información técnica que no haga asequible, como ya se ha indicado, la consulta del documento, y esa información técnica suele ser exclusiva, lo que obliga al trabajo pieza a pieza, inusual en los archivos, que suelen acometer los trabajos descriptivos por conjuntos: fondos, series, subseries…

2) Esfuerzo inverso en infraestructuras: hay que hacer posible el acceso a la información, es decir, la “lectura del documento”. Uno de los principales retos en el tratamiento de los archivos audiovisuales o de los documentos audiovisuales de archivo (de los documentos audiovisuales en general), consiste en la disponibilidad de los medios técnicos para hacerse posible tal “lectura”. Los archivos deberán dotarse de medios. Pero ¿hasta que punto? Como respuesta podríamos decir que, hasta el punto de hacer posible conservar la información con la menor pérdida de calidad posible y, si ello es factible, en su soporte original. Habrá, pues, que hacer un planteamiento de equipamiento mínimo, que, en los distintos niveles del sistema de archivos, deberá permitir:

- La “lectura” del documento original y, con ella, hacer posible la evaluación y el análisis.

- El acceso de los usuarios al contenido informativo, aunque no sea en el soporte original. Será necesario incorporar a las salas de investigadores de los archivos puestos monousuario, así como, al menos una de las dos salas de audición (multiusuario), en los archivos generales o nacionales. Los puestos monousuarios deben permitir el trabajo sin distorsión exterior, bien en cabinas insonorizadas o en pupitres dotados de cascos de uso individual para el sonido; asimismo, deben permitir el uso de documentación escrita complementaria: guiones, transcripciones de fuentes orales, etc.

- La reproducción del documento, aunque sea sobre un soporte diferente del usado en el original.

Por último, lo que parece fuera de toda discusión es que si bien se puede tratar de preservar el soporte original lo que va a ser imposible es facilitar la consulta del mismo por los investigadores, salvo casos excepcionalmente justificados.


LA PROBLEMÁTICA DE LA PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO DOCUMENTAL AUDIOVISUAL.


Es curioso que el desarrollo de los dos valores -secundario (histórico) e intrínseco (derechos de explotación)-, no corra, sin embargo, un camino paralelo. Mientras las instituciones internacionales dedicadas a la difusión y promoción de la cultura, como la UNESCO, tratan de garantizar la pervivencia y la conservación del patrimonio cultural audiovisual y los productores de documentos audiovisuales, por su parte, protegen como oro en paño sus materiales, tratando de evitar una utilización pirata de los mismos, en cambio, ambos afanes proteccionistas y conservacionistas no tienen una denominación común. El valor intrínseco del documento audiovisual, sobre todo en lo que hemos denominado producciones radiotelevisivas, o sea, en los medios de comunicación no escritos, generalmente está ligado a la vigencia del mismo, y ésta suele ir ligada a su actualidad y a su grado de exclusividad o desconocimiento. Cuando un registro en sonido o en imagen deja de tener vigencia, es decir, cuando es ampliamente conocido, es cuando empieza a correr serio peligro de desaparición, pues desde ese momento deja de coexistir ese afán unánime de conservación. Es la ley del sistema, la tendencia será a evitar una inversión (por otra parte costosa) en mantener documentos que no reporten beneficios directos. La pérdida de valor intrínseco de los documentos audiovisuales hará, por tanto, ponderar a sus poseedores la rentabilidad de invertir en su conservación, teniendo en cuenta, sobre todo dos factores.

1) Las causas intrínsecas del deterioro, que hará costoso y difícil le preservar los documentos, para la posteridad, con lo que, en el mejor de los casos, tienen tales documentos una muerte natural más o menos traumática.

2) La reutilización de los soportes. Cuando ésta es posible, como en los casos de documentos en soportes como la cinta magnética, la tentación de reutilizar soportes continentes de documentos que han perdido vigencia y por tanto, valor intrínseco, es inevitable, sobre todo en lugares de escasos recursos.

Es en este contexto en el que debemos explicar el que, a pesar del gran valor intrínseco del documento audiovisual y su cada día mayor demanda, la UNESCO haya hecho dramáticos llamamientos para la preservación del patrimonio audiovisual en general, incluyendo en el mismo tanto documentos de “teca” como de archivo.

Surgen así las recomendaciones de la UNESCO en la asamblea de Belgrado (21 sesión de la Conferencia General), en Octubre de 1980, para la conservación del patrimonio audiovisual de la humanidad. En 1989 la FIAT y la FIAF hacían un informe sobre las repercusiones de aquellas recomendaciones. El resultado fue muy decepcionante. Podemos asegurar, por tanto, que, a más de 15 años de las “Recomendaciones”, el patrimonio cultural audiovisual de la humanidad sigue corriendo un gravísimo peligro de pérdida en la actualidad.

Siguiendo esa línea de esfuerzos, la UNESCO puso en marcha hará unos 6 años un programa para conocer las posibilidades de utilización del soporte óptico para la conservación indefinida de la imagen (fija y en movimiento), tratando con ello de ofrecer una alternativa económicamente viable, principalmente a los países del Tercer Mundo.

En el haber de la UNESCO hemos de situar, además, los documentos respecto a documentos audiovisuales editados en el marco del RAMP, como los citados de Kula y Harrison sobre selección o como los de W. Moss y P. Metzicana sobre archivos e historia y tradición oral, o los de Klaus B. Hendrinks sobre preservación y restauración de materiales fotográficos… y William H. Leary sobre selección de fotografías. Igualmente tendríamos los trabajos de la UNESCO sobre aspectos legales de los documentos audiovisuales, realizados por Brigit Kofler.

Pero además de la UNESCO, habría que citar a otras organizaciones internacionales, NGOs, colaboradoras de la UNESCO en relación con la preservación del patrimonio cultural:

- El Comité de Archivos Audiovisuales del Consejo Internacional de Archivos. Comité especializado precisamente en el tratamiento archivístico de los documentos audiovisuales. Fue constituido en el Congreso Internacional de Archivos celebrado en Londres en 1980, y por el impulso, entre otros, de Sam Kula, primer presidente de Archivos Audiovisuales. El Consejo Internacional de Archivos ha mostrado su interés especial por los documentos audiovisuales en los últimos años y en general por toda la problemática que plantean los nuevos soportes; así, el Consejo Internacional de Archivos celebrado en París en 1988 se dedicó íntegramente a este tema, aunque ya se había planteado, si bien no de forma monográfica en el congreso de Bonn, de 1984.

- La Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF). Fue creada en 1938 por iniciativa del Museo de Arte Moderno de Nueva Cork, el Reichsarjiv de Berlín, la Cinemateca de París y el Nacional Film Archive de Londres. Es la pionera y más antigua de las NGOs dedicadas a los documentos audiovisuales. En la actualidad abarca todo el espectro de los documentos con imagen en movimiento, tanto en soporte químico como electrónico.

- La Asociación Internacional de Archivos Sonoros (IASA). Fue constituida en 1969 por iniciativa de la Asociación Internacional de Bibliotecas Musicales (IAML) y en la actualidad reúne a numerosos “archivos sonoros”.

- La Federación Internacional de Archivos de Televisión (FIAT). Creada a iniciativa de la RAI, la ARD, la BBC y la INA, el 12 de junio de 1977.

- La Table Ronde de NGOs en materia de Archivos Audiovisuales es el organismo en que se coordinan las cuatro instituciones, con la celebración de encuentros y reuniones específicas para abordar diversos temas relacionados con el conjunto de los documentos audiovisuales. Así, el Join Technical Symposium (JTS) que desarrolló en 1990 el modelo de “currículum”, para personal especializado en archivos audiovisuales, con sus conclusiones (entre otras la fijación de tres niveles de profesionales) es también reflejo de esa cooperación internacional, por cuanto en su confección han intervenido ICA-CAV, FIAT, FIAF, IASA y otras instituciones.